El fin de semana pasado el teatro dominicano se vistió de luto al despedir a un gran actor y director de Teatro, pero más un gran amigo para muchos.
Aquí un breve artículo publicado por el Listín Diario sobre su trayectoria, vida y muerte.
Laura Rodríguez
laura.rodriguez@listindiario.com
Santo Domingo
El arte dramático dominicano está de luto con la partida de Rafael Villalona Marina. Fue más que un gran director y actor de teatro. Entre los muchos méritos de este mentor, formador, innovador y reformador de las artes escénicas está el haber introducido el método Stanislavski de actuación (del ruso Constantine Stanislavski) a República Dominicana.
Maestro de generaciones, el día de ayer, muchos de sus discípulos, compañeros y admiradores asistieron a un acto en su honor, en el Palacio de Bellas Artes (entidad que dirigió del año 2000 al 2004), donde sus restos fueron recibidos por un solemne y duradero aplauso.
Su esposa Delta Soto (también actriz) y su hija Nelly llegaron al lugar, donde estaban congregadas diversas personalidades del medio artístico, y compañeros del gran Villalona: Franklin Domínguez, Giovanny Cruz, Ángel Haché, Iván García, Dante Cucurullo, María Irene Blanco, Aglibelto Meléndez, Haffe Serulle, entre muchos más.
Allí, el director de Bellas Artes, Franklin Domínguez, pronunció unas palabras a la memoria del insigne Villalona.
También Delta, su esposa, compartió un vivo y emotivo discurso a los presentes: “El decía que tenía que volar lejos porque esta media isla, este pueblo, necesitaba de formación” expresó en un momento.
Explicó que Rafael había sido desde apuntador hasta utilero, en toda una vida consagrada al teatro. Culminado sus estudios en la entonces Unión Soviética, en el Instituto Teatral Lunacharsky, sus maestros rusos le pidieron que hiciera su tesis allá, sin embargo “él decía ‘no’, ‘yo voy a saber si aprendí, porque yo quiero poner una puesta en escena de un dominicano, para mi pueblo dominiacano; porque yo tengo un compromiso con el pueblo dominicano de darme a conocer, que yo me he formado para ellos, para que busquen sus raíces’’” compartió Delta, personificando a su marido. Es precisamente uno de sus principales logros, la dominicanización del teatro local, en una época en que el medio escénico estaba hecho a la medida de España y carecía de elementos autóctonos.
El “hombre escénico”
“Rafael es el que inaugura el teatro dominicano. Teníamos un teatro muy españolizado”, apunta el dramaturgo Giovanny Cruz. “El insistía mucho en que había que crear el hombre escénico, el héroe nacional. El héroe escénico es el personaje dominicano en escena, porque aún fuera escrito por dominicanos era muy pensando en Europa; el insistía en que trabajemos el personaje dominicano en la escena dominicana.” explicó.
Un último adiós
Una vez concluido el acto se trasladaron sus restos al Cementerio de la Máximo Gómez, al mediodía, donde también estuvo presente el comunicador Huchi Lora.
Varios amigos y compañeros declamaron poemas y discursos, para despedirse del destacado dramaturgo dominicano. “Su concepción sobre la utilidad social del teatro lo llevó al sueño de que hubiera un teatro en cada barrio” argumentó Lora, cuando le llegó su turno.
En respuesta a una precariedad que se presentó en su entierro, la hija de Giovanny, Fiora Cruz Carretero, expresó: “Villalona no cabía en su tumba porque la muerte le quedó chiquita”.
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ANÉCDOTAS DE UNA VIDA INSPIRADORA
GRAN PROFESIONAL Y SER HUMANO: Agusto Feria, quien había dicho ante su ataúd “Y ahora, quién podrá defendernos?” compartió con el LISTIN, algunos de sus méritos y andazas: desde el 1974 inolucrado en la fundación de Casa de Teatro, a su regreso de la Unión Soviética fundó el Nuevo Teatro, en enero de 1969. En la Universidad Autónoma de Santo Domingo, trabajó con el método Stanislavski.
Sin mebargo comprendió que debía adaptar el método a la idiosincracia dominicana. Fue tras Lee Strasgber ( Hymath Roth, en el Padrino II), quien se encontraba en el país en el 73, con el fin de preguntarle cómo conseguirlo. Manuel Cubilete, uno de sus discípulos, recuerda que, cuando fue cancelado del Ministerio de Cultura, Villalona y otro compañero, semantuvieron por 4 meses pagándole el sueldo que le correspondía, de lo suyo propio. “Fue algo que marcó mi vida” expresó con gratitud.
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