El público del Teatro Las Máscaras llena con frecuencia sus 47 butacas.

Las Máscaras ha creado un público fiel que sabe a qué va y cómo comportarse en una amigable sala pequeña
20 Agosto 2012, 10:39 AM
Qué es un  buen público?
Escrito por: José Rafael Sosa (joserafaelsosa.com)
El 8 de agosto pasado fue un día más del calendario para millares de personas, menos para dos: Germana Quintana y Lidia Ariza.
Esas dos mujeres artistas de la escena,  a quienes se uniría un valioso y selecto grupo de colegas, habían generado la idea de crear Teatro Las Máscaras, cinco años antes,  en 1995, y lucharon hasta lograr habilitar como teatro una de las casonas coloniales de la calle Arzobispo Portes marcada con el número 56, por donde han cursado decenas de piezas que se inscriben ya en la memoria vivida también por millares de personas que integran uno de los públicos más fieles que haya tenido sala alguna en la República Dominicana.
Un público especial
El público que acude a Las Máscaras es casi una coletividad, una familia.
Se trata de un público generalmente adulto jóven y de juventud  acumulada, casi siempre en parejas, o grupos de amigos o amigas que saben que les espera una experiencias agradable y al mismo tiempo, profundamente  reflexiva.
Es un público que reúne las condiciones que debe aspirar toda sala teatral: fidelidad, conoce ya del género escénico, sensible a las emociones que se provocan desde el escenario, con un excelente comportamiento: habla en tono bajo sólo antes del inicio y el intermedio, no es necio con la costumbre de dejar encendidos los celulares, no se ven, en mitad de las accciones histriónicas a nadie con la cara iluminada por un BB por el cual chatea. Es gente que se pone en eso, que va a entregarse a lo que el teatro de diversión cotidiana, le depara.
El ritual
Para ir a Las Máscaras hay que tener conciencia de que existe un ritual, un itinerario de usos que conocer.
La boletería es una ventana colonial. Nada que ver con el concepto “ideal” de una boletería tradicional. La puerta es de metal y se cierra una vez iniciada la función. Pocas veces alguien que llega tarde se atreve a tocarla, en conocimiento de que va a interrumpir el lazo público-artistas.
El intermedio se utiliza para ofrecer en venta jugo de chinola con platanitos, procesados como si fuera en un hogar, sin aditivos y en forma natural.