Después de haber visto
el resbalón de Julieta puedo decir que no recuerdo haberme reído tanto en hace
mucho tiempo. Esta obra cuenta con un elenco bien balanceado y un guion de lo más
cómico. Desde la sirvienta metiche y sensual, el inocente bobo, la jovencita
resbalosa, la madre despistada y loca, hasta el padre malinterpretado. Una hora
y media (más o menos) de pura risa.
Trata de una jovencita
de 18 años, súper moderna, criada al
estilo New York, que como tantas de hoy en día, comienza sus actividades
sexuales a temprana edad, viéndose envuelta en un problema de 9 meses.
Aquí comienza la risa. Los padres, ricos, preocupados por
mantener la apariencia y salvar el nombre de la familia contratan a un novio
para que se haga responsable de la “niña” y su problema ya que el verdadero
responsable huyo por la derecha hacia los Nueva Yores. (Aunque una obra de
teatro, tengo a bien saber que estas cosas si suceden actualmente)
Esta obra está llena
de malinterpretaciones comiquísimas,
confusiones súper divertidas e inuendos sexuales de lo más entretenidos. Dije
en un principio que apela a todo público porque desde los adolescentes con sus
expresiones única de esta época, tales como, “osea” “supéralo” o “dime rápido”,
hasta actitudes de antaño como, “casen a la niña para tapar este desliz”
La verdad es que es un
tiempo bien invertido en una terapia de risas, que promete liberar el estrés a
cualquiera.
Del elenco debo decir que cada uno interpreta
su rol como si realmente fueran así. Karla Hatton interpreta la madre rica, un
tanto despistada, preocupada siempre por la sociedad, con un humor súper
sugerente y una forma de ser bien a la high.
Jorge Santiago
interpreta al padre súper preocupado, súper adinerado y muy responsable que a
las buenas o a las malas decide casar a su hija. Siendo el que planea y decide
llevar a cabo la hazaña de contratar a un novio, tiene el infortunio de ser más
malinterpretado que la palabra misma al hacer una serie de comentarios que lo
que hace es confundir más al dichoso novio.
Glennys Vargas
interpreta a la “niña” moderna, que ya de niña le queda nada. Con unas líneas muy
de estos tiempos apela al público más joven que bien puede identificarse con su
forma de actuar.
Brian Payano hace el
papel del “novio bobo” (confieso que con él fue con uno de los que más me reí).
Con su gagueo constante, se interna en un papel que le queda a la medida, o será
que lo interpreta tan bien?
Por ultimo tenemos a
Ana Mercedes Soto que hace de la sensual sirvienta de la casa, que se aprovecha
de TODOS sus atributos para seducir, hacer y deshacer, pero más hacer reír al público.
De veras que es otra que le da una vida única a su personaje.
Pereciera que estoy
vendida, pero aquellos que me conocen saben que le doy merito a quien merito se
merece, y esta obra es otra excelente puesta en escena de la directora Germana
Quintana.
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