Gisela Paredes
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Santo Domingo
“Brujas somos todas”, obra de teatro escrita por el español
Santiago Moncada en la década de los 80 (originalmente titulada “Entre
mujeres”) y dirigida por Germana Quintana, queda resumida en una de sus propias
frases: “Cada persona es como una cueva sombría; nadie sabe lo que pasa
dentro”.
La pieza gira en torno a una reunión de excompañeras de
colegio (20 años después) en que la anfitriona convida a sus amigas con el fin
último de descubrir con cuál de todas su esposo le está siendo infiel.
Para su sorpresa, durante sus conversaciones se develarían
otros secretos quizás más abrumadores.
Las niñas que un día fueron soñadoras e inocentes educadas
en un colegio de monjas resultaron ser una trabajadora sexual exclusiva, una
escritora solterona y exitosa, una abogada a punto de divorciarse, una ama de
casa y esposa aparentemente perfecta y otra
al que su marido le es infiel.
Algo destaca en la puesta en escena: son las punzantes
críticas hacia la fallida institución del matrimonio, la realidad de las perfectas
amas de casa, los maridos infieles y la abierta posición que hoy día ha
adoptado la mujer.
“Brujas somos todas” combina la actuación y la moda, el
primer contacto con el concepto surge al apreciar los cinco vestidos de diseñador rojos en el
lobby de la sala Ravelo del Teatro Nacional, donde se presenta hasta el próximo
domingo.
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