Santo Domingo. Antonio Melenciano es ciertamente un hombre audaz, seguro de sí mismo, de su inmensa capacidad creativa y determinación. Ha presentado el musical "Tingó", el primero basado en una historia real, conmovedora y dominicana.
Antonio, un profesional de las artes con gran disciplina, versatilidad, talento y dedicación se embarcó en este grandioso proyecto, del cual es autor, dramaturgo y creador de la música utilizada. Está inspirado en la vida de Florinda Soriano, Mamá Tingó", una mujer campesina y luchadora que perdió su vida en las luchas por defender el derecho de los campesinos a labrar la tierra.
Un ícono.
Felicito a Antonio Melenciano por este gran trabajo. Hice una vez un montaje sobre la vida de Tingó, de cuyo personaje no hay muchos datos. A Antonio debe haberle tomado años dar con toda la información que maneja e incluye en el musical y que logra agrupar con éxito en una puesta en escena dinámica, moderna, pero respetuosa de la historia. Aprovecha la versatilidad del elenco que escogió y la capacidad de cada uno de ellos para devolvérnoslos a escena con distintos roles, aprovecha así su talento y trabaja a la vez con una cantidad menor y más manejable.
Una de las grandes luces del espectáculo es su escenografía, obra de Noé Vásquez Sterling, sencilla y transformadora; funcional y apegada a los conceptos necesarios para el montaje, al momento de la historia y al campo. Lidia Ariza, a pesar de que no logra sintonizar con el canto, a arrimarse a los objetivos esperados con el entrenamiento vocal, muestra una vez más su calidad interpretativa, su dominio y amplio espectro en la asunción de los más diversos personajes y encaja, aunque no es el tipo de montaje en que acostumbramos a verla, en ese papel campesino tan bien logrado. Lidia logra una majestuosa "Tingó" que, más allá del manejo del lenguaje, del vestuario y la apariencia, pone especial dedicación a la definición de acciones físicas identitarias de la mujer campesina de temple, de esa Tingó que asume con tanta vehemencia y que nos deja tan satisfechos.
Un momento memorable al final del espectáculo |
Otra que me conmovió fue la cantante y maestra Pura Tyson, encarnando a la abuela de Tingó, la mujer logra una actuación singular, sentida, tan creíble y adorable, con aquella naturalidad tan convincente y orgánica. Mención igualmente para Omar Ramírez, en el papel de Pablo Díaz, impecable y apegado siempre a los rigores de la buena actuación. Hay en general en todo el elenco, un entusiasmo colectivo, un deseo de que todo vaya a la perfección y un preciso interés de dar lo mejor. Es acaso la chispa inspiradora del director y productor Antonio Melenciano? Cómo no mencionar a Ana Javier, Juan Francisco Fermín, Wilson Ureña, Jackson Delgado, Cristian Soriano? El manejo del miedo de un guardia novato encarnado por Fernando Bruno está muy bien logrado. Ello pudo haber sido complementado con el gorro militar tipo sobre y con un corte de pelo a ras, como son los guardias. De hecho, con esas observaciones se evitaría referirse a la situación con el parlamento "en este cuartel de Yamasá sí pasan cosas..." Bastaría con que apareciera en escena con un simple "aquí sí pasan cosas".
Eché de menos que no se integrara el tema de Tingó creado por el grupo Convite, en los años 70. El trabajo coreográfico de Yesselenny Marte es muy parejo y el esfuerzo de Henry Cordero como director vocal. El vestuario muy adecuado a la época y a la condición social y ambiental de cada uno de los actores. No así en el caso específico de Susana González, en el rol de Lucrecia. Su vestuario, estilismo y maquillaje no se ajustaban al conjunto, sintiéndose como una inclusión improvisada ante una situación de último minuto que tuvo que ser asumida para salvar el montaje. En este caso, pensé más en Cats, que en Tingó. Quizás se fue un poco la mano en los chistes de los nueve días de Felipe, lo cual rompió el rigor de las ceremonias campesinas, tan cerradas y formales, sobre todo en aquellos años. No cae mal un tanto de ese humor picaresco que logra Melenciano entre sus personajes, pero el vuelco es demasiado brusco, tras las luces logradas casí inmediatamente con el previo instante de la procesión, aderezada con el aroma solemne y reverencial del incienso. El arroz, en el campo no se maja, se pila. Es el término que se aplica y que es tan usual, las tardes en los campos se deshacen pilando armónicamente.
Ovación de pie |
En general, "Tingó" es un montaje muy bien logrado, con una puesta en escena exquisita, donde no se escapa un solo detalle, lo que da cuenta de la dedicación de Melenciano, de su capacidad de observar e investigar, para ofrecernos este musical dominicano, basado en la historia real de esta gran mujer, Florinda Soriano, permitiéndonos apreciar el trabajo del campo y de su gente y dejándonos un mensaje de grato entusiasmo y desbordante dignidad. Y de Lidia, no tengo dudas, era Tingó...