Publicado por: Lidia Ariza
27 de julio, 2016
Cuando llegamos a Madrid nos hospedamos en el hotel Índigo Madrid. Es un hotel pequeño pero localizado en una zona muy céntrica. Como llegamos muy temprano tuvimos que esperar a que nuestra habitación estuviera lista.
Resulta que aquí en España para ser que no es común que las habitaciones tengan dos camas, así que hay que esperar mas para que la habitación este lista..cual es la lógica no lo se pero eso fue lo que me repetían en la recepción cuando yo preguntaba si la habitación estaba lista porque estábamos muertas del cansancio. Las personas en recepción eran una muchacha y un muchacho de lo mas amables pero nada de darnos la habitación.
Total que tuvimos que esperar hasta las 3:00 p.m para subir al cuarto. Cuando le pido al muchacho que nos suban las maletas, el dice que si que le va a decir a su colega para que las suba. Heather y yo ya no nos tenemos en pie y subimos. Resulta que uno de los ascensores tiene el botón del piso 3 dañado y tenemos que bajar de nuevo a la recepción para subir en el otro ascensor. Cuando subimos de nuevo, nos encontramos al mismo muchacho que iba a llamar a su colega, con las maletas. Heather y yo nos miramos pero no decimos nada, pensando que a lo mejor el muchacho tiene mas de una personalidad.
Luego, al otro día, llamamos a la recepción para que nos trajeran una botella de agua a habitación. El mismo muchacho cogió el teléfono y nos dijo que por supuesto que si que le iba a avisar a su colega para que nos traiga el agua. Al rato nos tocan a la puerta y el mismo muchacho nos trae la botella de agua. Heather y yo nos volvemos a mirar y de nuevo no decimos nada.
Finalmente, Heather y yo decidimos que esto es una estrategia de los hoteles pequeños para que el cliente piense que tienen mas personal de lo que realmente hay y contratan a personas con múltiples personalidades con este propósito.
Nosotras decidimos que no íbamos a tocar el tema del personal por si acaso.
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