Yaniris López
Ciudad de San Cristóbal
EL CENACOD COMPLETÓ LOS TRABAJOS DE
RESTAURACIÓN DE LAS PINTURAS REALIZADAS POR EL PINTOR ESPAÑOL EN LA PARROQUIA
DE SAN CRISTÓBAL
De devolver el esplendor pictórico a la Capilla
Sixtina del Caribe, como la llamara el escritor sancristobalense Diógenes
Valdez, se encargó el Centro Nacional de Conservación de Obras de Arte y
Documentos (Cenacod).
Un equipo formado por historiadores del arte,
químicos, biólogos y las manos de los conservadores Marcos Henríquez Heredia y
Adolfo Rincón rescataron de la humedad, el polvo y la descomposición una de las
primeras grandes obras de Vela Zanetti, un conjunto pictó rico de gran valor
cultural concluido en 1949 que le mereciera al autor obtener la prestigiosa
beca de la Gugguenhein Foundation.
Construido en 1947 durante la dictadura de Rafael
Leonidas Trujillo, el templo es un regio edificio con influencias de la
estética neoclásica. Tiene forma de cruz latina, tres naves con bóveda de cañón
y arcos de medio punto.
“Es una iglesia muy elegante, de una belleza sobria,
realmente hermosa”, dice Nereida Lahit, directora del Cenacod. “Pero el
verdadero lucimiento de este templo, orgullo del patrimonio de la República
Dominicana, son los murales de Vela Zanetti”, afirma la historiadora del arte.
El trabajo de Zanetti
El párroco de la iglesia Nuestra Señora de la
Consolación, Miguel Ángel Ciaurriz, explica que el conjunto muralístico hecho
por Vela Zanetti en el recinto recuerda un poco lo que en la primera Edad Media
se llamaba la “biblia pauperum” o Biblia de los Pobres.
“Cuando todavía no había imprenta, cuando la gente no
sabía leer o escribir, las escenas de la historia de la vida de Jesús y otras
escenas bíblicas se reproducían en gráficos y se catequizaba con ellas. Cuando
se construyeron las basílicas, los murales vinieron a emular un poco lo de las
biblias de los pobres. En este caso están más centrados en la historia de
Jesús. Comenzando por el coro, atrás, está el nacimiento de Jesús y luego por
la cornisa se van contando los momentos más emblemáticos de la vida de Jesús”.
El crucero de la iglesia, sin embargo, tiene
diferentes motivos, sigue el cura, entre ellos las pinturas de San Cristóbal y
San Rafael, la dormición de la Virgen y la muerte de San Agustín.
“La cúpula recoge escenas del Apocalipsis. Hay muchos
ángeles en la columna y los cuatro ángeles custodios, que vigilan, digamos, la
entrada al cielo”, expresa.
EL TEMPLO FUNERARIO DE LA FAMILIA TRUJILLO
La parroquia Nuestra Señora de la Consolación
fue concebida como templo funerario donde descansarían Rafael Leonidas Trujillo
(1891-1961) y su familia. En el sótano, bajo el altar mayor, se encuentra la
cripta donde estuvo enterrado el dictador hasta el 18 de noviembre de 1961. El
féretro donde estuvo su cuerpo y la bandera con que fue cubierto aún se
conservan en el cuarto, igual que las coronas de metal usadas en el entierro.
“Trujillo mandó a hacer esto y ordenó un diseño
arquitectónico para que sirviera de lugar de enterramiento de él y de su
familia”, comenta Ciaurriz.
De la obra se encargó el arquitecto de padres
franceses Henry Gazón.
Parte de la historia de la iglesia está narrada en el
libro “Parroquia Nuestra Señora de la Consolación San Cristóbal”, escrito por
Ciaurriz y puesto a circular en febrero de este año a propósito de la
reinauguración del edificio.
El rescate de un legado cultural
José Vela Zanetti estampó su firma en el mural
dedicado a San Cristóbal (patrón de los viajeros) el 5 de abril de 1949 a las
11:20 de la mañana, cuenta Miguel Ángel Ciaurriz, párroco de la iglesia Nuestra
Señora de la Consolación.
“Él contaba que se sentó en la primera escalinata de
ahí (señala fuera), bebió un vaso de agua y se echó a llorar, o a lamentar,
diríamos. Él dijo, textualmente: ‘Aquí termina una obra de arte en el más
absoluto de los silencios; una obra de arte para pasado mañana’”.
A Vela Zanetti le tomó muy poco hacer los 26 murales
que adornan el templo, explica Ciaurriz. Aunque algunos autores señalan que
fueron dos años, el sacerdote radicado en el país desde 1978 indica que fue
menos de uno.
“La iglesia se inauguró el 24 de octubre de 1949, día
de San Rafael. Se empezó a construir en 1947 porque un terremoto ocurrido en
1946, con epicentro en Samaná, destruyó la primera iglesia parroquial de San
Cristóbal, donde se firmó la primera Constitución dominicana.
Entonces, en 1948 empezó Vela Zanetti a pintar los
murales. Pero, claro, pintó los murales cuando ya la construcción, la
parte arquitectónica y todo eso, estaban ya para finalizar. De manera que,
aunque no hay datos exactos de cuándo comenzó a pintar, sí fue en 1948 y terminó
el 5 de abril de 1949”.
Tras la reinauguración del templo este año y del
inicio de los trabajos de restauración de los murales por cuenta del Cenacod,
la parroquia ha comenzado a promover el lugar como atractivo cultural.
Desde febrero, colegios y universidades del país
participan en visitas guiadas que el propio Ciaurriz dirige y muchas parejas se
toman allí sus fotos de bodas.
La ilusión de Ciaurriz, le dijo este a LISTíN DIARIO,
es convertir el templo parroquial en un museo dedicado a Vela Zanetti, un lugar
al que los visitantes lleguen atraídos más por las obras del pintor que por la
cripta de Trujillo. Han comenzado a hacerlo con buenos resultados. Por eso
Ciaurriz asegura que el día al que se refería Vela Zanetti como pasado mañana,
es posiblemente hoy.
Un gran maestro
Oriundo de Burgos, Vela Zanetti vivió más de una
década en República Dominicana, donde participó en la fundación de la Escuela
Nacional de Bellas Artes. Los murales que pintó en Nuestra Señora de la
Consolación corresponden a su primera etapa muralística.
¿Qué los hace realmente especiales? Además de su valor
pictórico, Ciaurriz valora en ellos dos cosas: “Me llama la atención que siendo
Vela Zanetti un hombre no religioso, para reproducir estos murales sintonizó
muy bien con la escena evangélica y la supo reproducir con una fidelidad
sorprendente”.
Aquí destaca el mural que representa el momento en que
una prostituta lava los pies de Jesús. Otro aspect que anima a alguien a
investigar (“porque yo ya no llego a más”, dice) es la posible razón por la que
Vela Zanetti no pintó la crucifixión de Jesús.
“Observen que de la escena donde Jesús es ayudado por
el cirineo a cargar la cruz, pasa directamente a la de Jesús ya muerto, cuando
es bajado de la cruz. Dejaron que Vela Zanetti muriera sin que nadie le hiciera
esa pregunta”, sonríe Ciaurriz.
Para Nereida Lahit, directora del Cenacod y museóloga,
el bien logrado trabajo de Vela Zanetti demuestra su formación académica.
“No se puede perder de vista que esta es una obra por
encargo. Zanetti fue un artista formado académicamente. Sabía que lo que
se pintaba aquí tenía que tener relación incluso con la arquitectura. Toda la
iconografía que aquí se usa es religiosa en el aspecto conceptual, pero en el
aspecto estético es muy evocativo del gótico. Se nota en sus figuras alargadas
(cuando él era experto en dar volumen), en figuras como la de San Agustín.
Ningún ser humano es tan largo, era un elemento muy evocativo de la Edad Media,
de finales del gótico. Y él viene con esas imágenes que evocan la religiosidad,
muy propicias de la Edad Media”, sostiene Lahit.
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