miércoles, 17 de octubre de 2012

Junot Díaz: ágil, callejero, con cafeína y.....


CULTURA

Junot Díaz y su obra creativa sustentada en RD

Junot Díaz: ágil, callejero, con cafeína y maravillosamente ecléctico

Un trabajo periodístico de Michiko Kakutani, de The Times, se destaca el extraordinario trabajo creativo del escritor de origen dominicano Junot Díaz. El texto fue publicado el pasado 20 de septiembre.

Junot Díaz: ágil, callejero, con cafeína y maravillosamente ecléctico
Junot Diaz, premio Pulitzer de literatura, y Tania MarmolejoArchivo/Acento.com.do
Como demostró su extraordinaria novela de 2007, Labreve y maravillosa vida de Oscar Wao, de manera exuberante, Junot Díaz tiene una las voces más distintivas y magnéticas de la ficción contemporánea: ágil, callejero, con cafeína y maravillosamente ecléctico, capaz de conjurar para todo lector, desde los dolores de la historia dominicana, hasta las banalidades de la vida en Nueva Jersey.
Así es como la pierdes, de Junot Díaz
La vida breve y maravillosa de Oscar Wao (Brief Wondrous Life) es, a la vez, una historia de mayoría de edad, un retrato de familia, una meditación sobre el legado de violencia de la era de Trujillo en la República Dominicana; una reflexión en cultura pop, postmoderna, sobre la fragmentación de la historia; y una historia inquietante sobre la seducción y las decepciones del “sueño americano”. Es uno de esos libros sorprendentemente inclusivos que parece abrazar todo lo que el autor sabe, mientras que su nueva colección de cuentos, This Is How You Lose Her* (Así es como la pierdes), es un espectáculo miniaturista - un riff modesto, musicalmente estructurado, que ejecuta variaciones sobre un tema principal: un joven dominicano mujeriego y sus secuelas emocionales.
Este personaje, Yunior, parece ser el mismo que narró La vida breve y maravillosa de Oscar Wao y el protagonista de Drown (Ahogado), la colección de cuentos aclamada por la crítica de su debut en 1996. Así es como la pierdes es, en muchos sentidos, una especie de colofón deDrown, con destellos más estroboscópicos de la vida de Yunior mientras él trata de hacer malabares con las novias, seguir una carrera literaria y llegar a un acuerdo con su padre, que había desaparecido durante gran parte de su infancia. Algunas de las historias son contadas en primera persona, otras, en la más bien torpe segunda persona.
Los cuentos más fuertes están alimentados por la energía verbal y el lenguaje Magpie que hizo tan memorable a La vida breve y maravillosa de Oscar Wao y que captura los esfuerzos Yunior para alternar entre dos culturas, la dominicana y la estadounidense, mientras se mantiene siempre como un extraño. Díaz describe en forma sugestiva el afecto de Yunior por Santo Domingo: cuánto le gusta “el aterrizaje del avión, todo el mundo aplaudiendo cuando las ruedas besan la pista”; ama “a la mujer pelirroja en camino a cumplir con la hija que no ha visto en once años”; los regalos que guarda en su regazo, “como los huesos de un santo”. Es igualmente experto en la evocación del mundo exótico de Nueva Jersey al que Yunior y su hermano buen mozo, Rafa, son introducidos siendo niños, cuando su padre muda a la familia a Estados Unidos: el espectáculo sorprendente de la nieve y los muñecos de nieve, la televisión como un profesor de lenguas, los viajes al Pathmark.
Al contar la historia de su familia, Yunior presenta a Rafa ‒quien morirá de cáncer‒ como “el tipo más duro del barrio”: un novio de pesadilla, que es cruel, incluso abusivo, con las “chicas locas en órbita” que lo rodean. Transmite igualmente el desprecio machista de su padre por las mujeres en términos fulminantes. En un punto, Papá le dice a Mamá, despectivamente, que “la mujer promedio no puede aprender Inglés”. Yunior nos dice que su padre solía llevarlo en sus visitas a las novias, dejándolo en el coche mientras corría escaleras arriba para tener sexo, y que su hermano solía tener relaciones sexuales con las chicas en el dormitorio que compartían.
A Yunior le gustaba pensar en sí mismo como el más inteligente, el más sensible ‒el que tiene “un índice de inteligencia que te habría partido en dos”, el que planea convertirse en escritor. “Yo no soy un tipo malo”, protesta, cuando su novia Magdalena recibe una carta de una mujer que él ha estado viendo”‒ una carta que lo golpea como “una granada de 'Star Trek' revienta todo, pasado, presente, futuro”.Y añade: “Sé como suena eso ‒defensivo, inescrupuloso‒, pero es la verdad. Soy como todos los demás: débil, lleno de errores, pero básicamente bueno”.
En otra historia, sin embargo, después de haber tenido un romance con una profesora de secundaria, Yunior reconoce que su comportamiento ha sido similar al de su padre y su hermano: “Ustedes esperaban que el gen les fallara, que saltara una generación, pero es evidente que se estaban engañando”.
Los retratos de mujeres de Yunior están animados por un machismo condescendiente y mucha pena nostálgica. Está el de Alma, “una de esas lectoras de Sonic Youth, comics y alternativas sin los cuales jamás hubiera podido perder su virginidad”, una mujer que lee su diario y descubre que él la ha estado engañando. Y está Verónica, “chusma blanca de las afueras de Paterson”, una amante de las librerías, “sabelotodo, de esas que no se encuentran todos los días”, quien le dice que tiene que “decidir dónde y cuándo” se reúnen, porque si fuera por ella, ella querría verlo todos los días.
En cuanto a Nilda, la ex novia dominicana de Rafa, cae en desgracia afectiva después de su muerte ‒dentro y fuera de la escuela, golpeada por algunas chicas, triste y sola‒. Yunior se encuentra con ella en una lavandería de un mini centro comercial y piensa por un segundo que los dos pudieran empezar de nuevo ‒se van juntos, tal vez conducen hasta la Costa Oeste. Pero el momento pasa fugazmente, y él le pierde el rastro cuando se va para la universidad.
Así es como la pierdes no aspira a ser un gran anatomía del amor como El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez  ‒que se abre en una meditación luminosa sobre las variedades del amor, la pérdida y la persistencia de la pasión‒ sin embargo, nos ofrece una pequeña ventana reveladora sobre el tema.
A la pregunta de un amigo de si ella ama a su novio casado, uno de los personajes de Díaz da esta respuesta: “Le hablé de las luces en mi antigua casa de la capital, de cómo parpadeaban y tú nunca sabías si se iban a apagar o no. Tú dejaba sus cosas a un lado y esperabas y no se podía hacer nada realmente hasta que las luces se decidieran. Así ‒le dije‒ es como yo me siento”.
*Junot Díaz, This Is How You Lose Her. Riverhead Books, 213 p.

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