El descenso, o descuido, en el dominio de la ortografía no es por culpa de la escritura abreviada en las nuevas tecnologías, como se suele decir. De responsabilizar a algo o a alguien sería a la falta de horas en las clases de lengua, asegura el académico Salvador Gutiérrez Ordóñez, coordinador de la Ortografía Básica de la lengua Española. Esta reflexión la hizo tras la presentación del volumen en la sede madrileña de la Real Academia de la Lengua, ante más de 200 alumnos de primero y segundo curso de ESO. Al acto, presidido por el director de la RAE, José Manuel Blecua, asistieron los estudiantes de los colegios Diego Valázquez, Rafaela Ybarra, Caude y Santa María del Camino.
Tras el encuentro, de una hora con los jóvenes que plantearon sus principales dudas, Gutiérrez Ordóñez afirmó que las palabras que más cuesta aprender a escribir son aquellas cuyo significado se desconoce, pero dejó claro que “quien aprende a escribir bien escribe bien, otra cosa es que use otras fórmulas o soportes”.
El volumen no presenta ningún cambio respecto de las normas generales de la RAE reunidas en el polémico volumen presentado en 2010. “Ahora hemos procurado que siga las líneas básicas de la gramática: que sea divulgativa, fácil, transportable, escueta y esencial, es decir que no falte nada, ni sobre nada. Un manual para todo el mundo con todos los preceptos ortográficos necesarios”, ha dicho Gutiérrez Ordóñez. Un logro en poco más de 200 páginas.
Las dudas entorno a las tildes, las mayúsculas y la abreviatura o simbología de la “x” o la “q” dominaron gran parte del encuentro. En cuanto a las tildes, salieron a relucir los monosílabos como “mí” o “sí”, es decir las tildes diacríticas que sirven para diferenciar dos palabras que se escriben igual. Sobre las mayúsculas, Gutiérrez recordó que se deben tildar cuando corresponda y que antes, por alguna razón desconocida, no se hacía, tal vez porque las máquinas de escribir no lo permitían. El caso de las abreviaturas no convencionales se debe a que van en contextos digitales, móviles o correos electrónicos, donde se busca la reducción y la rapidez. “La tilde ha sido un avance importantísimo dentro de la escritura en español porque está sistematizada. Ninguna lengua tiene unas reglas tan claras en ese sentido como la nuestra”, afirma el académico.
Respecto a la queja del descenso en el dominio de la ortografía en las nuevas generaciones, reflejada en los soportes digitales, Gutiérrez cree que ese descuido de la ortografía es generalizado y su causa no es la escritura electrónica. Esas abreviaturas y nuevas formas de escritura van surgiendo en ese ambiente y se quedan ahí, pero no son correctas en la escritura tradicional.
El fallo, agrega el académico, estaría más en la falta de horas de enseñanza, “no en los profesores”. Antes, recuerda, se enseñaba y se practicaba, “aprender ortografía puede ser un poco duro. No se aprende ortografía solo leyendo sino escribiendo. Hay que acompañar la lectura con la práctica”. Y eso es lo que la Real Academia reivindica.
Tras el encuentro, de una hora con los jóvenes que plantearon sus principales dudas, Gutiérrez Ordóñez afirmó que las palabras que más cuesta aprender a escribir son aquellas cuyo significado se desconoce, pero dejó claro que “quien aprende a escribir bien escribe bien, otra cosa es que use otras fórmulas o soportes”.
El volumen no presenta ningún cambio respecto de las normas generales de la RAE reunidas en el polémico volumen presentado en 2010. “Ahora hemos procurado que siga las líneas básicas de la gramática: que sea divulgativa, fácil, transportable, escueta y esencial, es decir que no falte nada, ni sobre nada. Un manual para todo el mundo con todos los preceptos ortográficos necesarios”, ha dicho Gutiérrez Ordóñez. Un logro en poco más de 200 páginas.
Las dudas entorno a las tildes, las mayúsculas y la abreviatura o simbología de la “x” o la “q” dominaron gran parte del encuentro. En cuanto a las tildes, salieron a relucir los monosílabos como “mí” o “sí”, es decir las tildes diacríticas que sirven para diferenciar dos palabras que se escriben igual. Sobre las mayúsculas, Gutiérrez recordó que se deben tildar cuando corresponda y que antes, por alguna razón desconocida, no se hacía, tal vez porque las máquinas de escribir no lo permitían. El caso de las abreviaturas no convencionales se debe a que van en contextos digitales, móviles o correos electrónicos, donde se busca la reducción y la rapidez. “La tilde ha sido un avance importantísimo dentro de la escritura en español porque está sistematizada. Ninguna lengua tiene unas reglas tan claras en ese sentido como la nuestra”, afirma el académico.
Respecto a la queja del descenso en el dominio de la ortografía en las nuevas generaciones, reflejada en los soportes digitales, Gutiérrez cree que ese descuido de la ortografía es generalizado y su causa no es la escritura electrónica. Esas abreviaturas y nuevas formas de escritura van surgiendo en ese ambiente y se quedan ahí, pero no son correctas en la escritura tradicional.
El fallo, agrega el académico, estaría más en la falta de horas de enseñanza, “no en los profesores”. Antes, recuerda, se enseñaba y se practicaba, “aprender ortografía puede ser un poco duro. No se aprende ortografía solo leyendo sino escribiendo. Hay que acompañar la lectura con la práctica”. Y eso es lo que la Real Academia reivindica.
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