domingo, 14 de junio de 2015

Riesgos de utilizar fajas




Publicado el 01 de junio del 2015 - 4:34 pm por elnacional
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eltiempo.com.- 

La obsesión por conseguir una diminuta cintura se popularizó en el siglo XVI, cuando las damas de la realeza fueron las pioneras en usar corsés.

Al principio, eran metálicas e incómodas prendas, pero se fueron perfeccionando hasta usar técnicas modernas de compresión para entallar la silueta, de acuerdo con el gusto de cada mujer. Esa moda está volviendo con fuerza, y a propósito del tema, recientemente BBC Mundo publicó testimonios de mujeres que cuentan su experiencia con el corsé.

Están las que lo defienden por la apariencia estética que les proporciona, hasta las que reconocen que han sufrido inconvenientes como espasmos musculares por su uso exagerado.

Zoraida Rodríguez, médica esteticista, aclara que una faja con demasiada compresión o usada por periodos muy largos puede alterar el sistema linfático, causar flacidez y deformar la arquitectura del cuerpo, para mencionar solo algunos daños. “Cuando por iniciativa propia alguien compra una faja y la usa por tres meses consecutivos, lo único que va a lograr es flacidez, porque el músculo se acostumbra a estar en determinada posición y cuando la prenda se quita hay una relajación, que en el largo plazo produce flacidez”, agregó.

Rodríguez asegura que las fajas son muy útiles en los tratamientos estéticos para la reducción de medidas, cuando son dirigidas por un especialista. No es que adelgace, pero ayuda a dar una mejor forma al cuerpo, a mantener una buena posición de columna y, por efecto de la compresión, las personas se pueden llenar con mayor facilidad.

lunes, 8 de junio de 2015

DESDE LA SILLA DEL ESPECTADOR

"Cita a Ciegas" 
por Yarimar Uribe

Hace alrededor de un mes, me di una Cita a Ciegas en el Teatro Las Marcaras (la sala más chula de la
bolita del mundo) donde pude compartir con Lidia Ariza, Jorge Santiago, Luciano García, Kirsy Núñez y Marisol Marion-Landais. Más de 30 días después y una frase del guion sigue resonando en mi cabeza “En la última fila y detrás de una columna”

Esa frase, aunque un poco jocosa en el contexto de la obra, a mí, y me atrevo a decir que a muchos mas, me toco muy adentro. La dueña de esa frase, La Mujer, interpretada por Lidia Ariza, se ve marcada por un evento de su juventud donde tomo una decisión que considera incorrecta, o mejor dicho, no tomó una decisión, dejando que la vida decidiera por ella, y creando una sombra que la abruma, la sombra de la indecisión. Este personaje lo vemos a diario, en familiares, amigos, a veces en nosotros mismos. La falta de decisión, el miedo constante al rechazo nos hace convertirnos en conformistas, y sin saberlo, nos perdemos lo que pudo haber sido lo mejor de nuestras vidas, todo por un “Y si (ponga aquí la frase de su preferencia. Ej. ..No le gusto, me rechaza, se da cuenta que no soy lo que quiere, me encuentra gorda, fea, desaliñada, no me miraba a mi)”

“Pues no, no veo” Otra frase un tanto jocosa, ya que quien la dice es justamente El Ciego, interpretado por Jorge Santiago. Un hombre lleno de vida y sabiduría, igualmente marcado por un evento de su juventud, por una indecisión, pero con más liviandad al andar. Derrocha su conocimiento y consejos en medio de un parque a los extraños que se sientan a su lado a contarle sus historias. Escuchar lo que los demás tienen para decir le va muy bien, ya que además es escritor.

“La perseguí por todos lados” La obsesión derivada de una pasión desenfrenada hecha persona. El Hombre, interpretado por Luciano Díaz, enfrenta lo que pudiéramos llamarle la crisis de la mediana edad, cuando un encuentro con una extraña hacen que su vida de un giro total, y lo convierta en víctima de sus propias pasiones.

“A veces las mujeres hacemos esas cosas” Otra frase que pega. La Muchacha, interpretada por Kirsys Núñez, una joven con todo un futuro por delante, de talento inmensurable, a la que sus acciones irresponsables la vencen. Este fue uno de los personajes que más me sorprendió, no solo por su franqueza al hablar, su aparente forma genuina, sino también por la crudeza de sus palabras, que bien complementan su forma.

“Necesitas ayuda” La frase más obvia de La Psicóloga, interpretada por Marisol Marion-Landais. Una mujer aparentemente fría (o así la vi yo) que a pesar de sus propias dolencias busca ayudar a todos los que la rodean. La única, que quizás, ve las cosas por lo que son.

Estos 5 personajes, los cuales parecen  tener nada en común, se entrelazan de una manera tan inesperada, tan quizás incrédula, que al ver la obra pensaríamos que su encuentro no es casual, sino destinado. Esta puesta en escena, de la mano de Mario Diament, y bajo la dirección de Germana Quintana, es, para mí, la mejor obra que ha visto el Teatro Las Máscaras. Es una mezcla perfecta de drama, tragedia y un toque de comedia, con un elenco que trae a la vida los personajes imaginados (posiblemente) de un autor talentoso y una directora sin igual. En dos horas logran llevar al público por una montaña rusa de emociones, e inmensas cuestionantes, no sobre la obra o los personajes, sino sobre la vida misma.


Es, sin duda alguna, una obra que nadie puede perderse.

martes, 2 de junio de 2015

Todas Somos Una. Queremos Derechos, No Flores

CÓDIGO NUEVO
     Despierta Tu Esencia

Fotografía: Todas Somos Una. Queremos Derechos, No Flores

ARTE Y FOTOGRAFIA
BEA SALASLUNES 30 DE MARZO DE 2015 | 8:41


Al oír hablar de los derechos humanos de la mujer muchos se llevan la mano a la frente, suspiran y dibujan un círculo con sus ojos a modo de frustración. Ya están otra vez esas feministas tan pesadas, queriendo dominar el mundo y reivindicando su papel imprescindible en el ciclo reproductivo de la especie humana. Una reacción causada, probablemente, por el uso excesivo que se ha hecho con respeto al feminismo de etiquetas, juicios de valor, citas sacadas fuera de contexto, especulaciones y malinterpretaciones de lo que alguien una vez dijo en un intento de situar la figura de la mujer a la altura de la del hombre.


Para luchar por la igualdad entre hombres y mujeres, sin embargo, está claro que el hacer pasa por encima del decir. Como dijo Woody Allen “las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas”, lo que es precisamente lo que representa Francisco Magallón con su exposición fotográfica Mujer. Todos somos una. Más allá de querer retratar a varias mujeres en condiciones de pobreza –38, en concreto– Magallón pretende concienciar sobre la situación de desventaja de lo que Simone de Beauvoir llamaba el segundo sexo, con consecuencias que a menudo incluyen exclusión, violencia, persecución, e incluso la muerte.


Si bien es cierto que en países desarrollados el papel de la mujer ha ido abriéndose paso hasta llegar a una situación de considerable libertad de acción y expresión, para muchísimas otras sigue siendo el día a día una auténtica batalla por sobrevivir. Víctimas de religiones que denigran su dignidad, sumado a la pobreza y a un sistema regido por quienes prefieren mirar hacia otro lado, el número de mujeres total que de forma continua ven su vida valorada en un puñado de centavos es tan elevado que, desde fuera, resulta fácil alejarse de ese sector en lo que se difumina nuestra sensación de responsabilidad y la deshumanización de quienes, en un mundo justo e igualitaria, consideraríamos como iguales.

Gracias a la obra de Magallón, no obstante, recuperamos brevemente la consideración hacia el sector más afectado del género más desaventajado. Una rueda que el reportero añade para seguir adelante en un acto de concienciación social de que la lucha por la igualdad de géneros no es tarea de activistas egocéntricas, sino de hombres y mujeres a partes iguales. Por el fin de su invisibilidad y el inicio de su equidad.