miércoles, 7 de septiembre de 2016

El sueño del teatro comunitario


6 SEP, 2016
Por Yasna Mussa



En el 7425 de la calle Eulogio Altamirano, comuna de La Cisterna, una enorme casona de adobe roja se cuela en el paisaje. Su amplio antejardín exhibe un escenario rústico compuesto por palets y 6 perros traviesos salen a dar la bienvenida en un amplio portón. Lo que parece una casa familiar en un barrio residencial, a pocas cuadras del metro El Parrón, es en realidad una escuela de teatro, un espacio de creación, un proyecto soñado.

“El alma es creer permanentemente en la transformación humana, eso es, básicamente, el trabajo del Aleph. Creer profundamente que el ser humano tiene todas las capacidades para transformarse y que ellos pueden ser lo que quieren ser”, dice con voz serena y una sonrisa amplia Gabriela Olguín, directora del Teatro Aleph Chile.

Ese fue el espíritu con que se fundó la compañía de teatro Aleph a fines de la década de 1960 y luego se consolidó ante la crítica hacia el año 1972. Fue el golpe de Estado el que apagó las luces de este colectivo artístico que destaca por su propuesta vanguardista y donde el exilio de su fundador, el periodista, actor y director de teatro, Óscar Castro, “El Cuervo”, le puso punto final en las tablas chilenas. Sin embargo, a fines de los años 70, el Aleph retoma su rumbo de teatro experimental, pero esta vez en París, Francia, donde Castro se instala y continúa con su proyecto. Fue en la capital francesa donde Gabriela Olguín, por entonces una veinteañera estudiante de sociología, conoce a su maestro de teatro, quien la forma e invita a participar en el Aleph.

Gabriela se unió a las filas de este teatro integrador, que pretende acercar a los amantes de esta disciplina que no poseen una formación profesional, pero que sienten la pasión y las ganas de participar en una creación colectiva. Ya de regreso en Chile, el espíritu inquieto de Olguín y el lazo de Óscar Castro con su tierra natal, los llevaron a consolidar la reapertura del teatro Aleph.

En París la experiencia había dado frutos y reconocimiento, transformándose en un referente del arte latinoamericano. Su réplica chilena continuó con la tradición, funcionando en un comienzo de manera itinerante, pero el desgaste y las necesidades de asentarse para consolidar el proyecto los obligaron a buscar un espacio propio. Fue así como consiguieron la casona roja, una concesión de 5 años entregada por Bienes Nacionales.

“El principal desafío son los recursos. En estos momentos estamos totalmente autofinanciados, sacando plata de nuestros bolsillos para poder darle forma a este proyecto. Tenemos mucho amor y todo, pero queremos hacer un teatro y con plata baila el monito, no hay otra forma. Y lo que necesitamos básicamente es un apoyo permanente”, aclara Olguín. La directora del teatro Aleph Chile explica que parte de esos recursos irían destinados a impartir talleres gratuitos, abiertos e inclusivos.

Jacqueline es una mujer de 52 años que trabaja como auxiliar en el metro de Santiago. Al menos tres veces por semana pasa una hora en el transporte público para cruzar la capital desde su comuna, Recoleta, y participar de los ensayos del teatro Aleph.

“Tengo una vida laboral activa, por lo tanto eso hace que uno esté inserta en este mundo de lo económico, de los problemas familiares, incluso de los problemas personales. Esto te saca un poco de eso. El teatro tiene la tarea de transformar: te transforma la vida, te transforma el ánimo”, dice Jacqueline.

Como ella, otras 23 personas conforman el actual grupo de aficionados al teatro, en edades que van desde los 17 a los 72 años. Gabriela Olguín cuenta entusiasmada la anécdota protagonizada por la mayor del grupo, María Josefa, quien llegó a uno de los ensayos con un bastón de apoyo entregado en el consultorio y dos semanas después corría junto a sus compañeros y participaba de los ejercicios. Ese tipo de experiencias, reafirman a otras personas que como Jacqueline, han encontrado en la gran casona roja un espacio donde desconectarse de sus problemas personales y desarrollar su imaginación.

“Acá nosotros llegamos a veces medio bajoneados y nos vamos alegres, porque aparte de hacer el teatro, existen las relaciones, se van creando lazos y eso es lo que nosotros hemos creado en esta gran familia Aleph. Son lazos firmes y esperamos que duraderos”, dice Jacqueline.

La reconstrucción

Y para conseguir que sean duraderos, Teatro Aleph se ha puesto metas importantes. Si bien aún podrán contar con la casa teatro por 4 años más, recibieron el inmueble en terribles condiciones. Cada cuarto se encontraba colmado de basura luego de años de abandono. La infraestructura estaba dañada y con la mayoría de los suministros inhabilitados, por lo que necesitaron muchas horas de trabajos voluntarios, en los que participó un grupo de jóvenes franceses que forma parte del Aleph parisino, y con quienes lograron implementar la cocina, el baño y habilitar algunos espacios. Sin embargo, aún quedan tareas mayores, que requiere de un trabajo profesional como instalar un sistema de alcantarillado, la luz, el radier y una carpa para las funciones.

“Hace un año atrás no teníamos nada y ahora tenemos una casa maravillosa que nos han ayudado los mismos vecinos a construirla. Los mismos alumnos que vienen a hacer sus cursos acá, con quienes hacemos los talleres, el montaje, ellos vienen a hacer también trabajos voluntarios”, subraya Gabriela Olguín, para quien el balance sólo puede ser positivo. “Es creer. Es volver a creer, es volver a maravillarse, a creer que tú puedes construir. Yo creo que este es un lugar en construcción donde todos pueden venir a dar su granito de arena”, puntualiza Olguín.

El próximo jueves 13 de septiembre el Teatro Aleph celebrará el primer aniversario de su casa. Para eso hará una celebración abierta en la que exhibirá lo que ha sido y es su trabajo, además de lanzar una campaña de crowdfunding que pretende reunir el dinero necesario para la reconstrucción y poner en marcha el proyecto artístico que tiene comprometido a jóvenes como Óscar Venegas, un estudiante de 20 años, también miembro del elenco y que llega cada semana desde La Florida. “Estar aquí desde esta etapa da un aire de pertenencia y desde ya tenemos un lugar que de verdad da esa ambientación artística, independiente. De una tabla rasa para escribir, para hacer esta historia. Creo que es un camino relativamente largo, pero la convicción es lo último que se debe de perder”, dice Óscar y sube al escenario para continuar ensayando para la próxima función.

Diario UChile

“Llamale H”: cine y diversidad sexual en Uruguay



6 SEP, 2016

Cada setiembre Uruguay celebra el mes de la diversidad y en ese marco de que comienza hoy en el Auditorio Adela Reta, el Festival internacional de cine sobre diversidad sexual y de género del Uruguay, también conocido como Llamale H.

Si bien este año el festival cumple su primera década, los organizadores reconocen que eso no hace que sea más sencillo hacerlo. El problema, habitual en Uruguay, es conseguir los fondos suficientes, aunque gracias al apoyo de organismos públicos, embajadas y auspiciantes se concretó esta edición.

Como Llamale H “no tiene un perfil comercial y el público local no está acostumbrado a los festivales y películas por fuera de las megaproducciones de Hollywood, a veces cuesta presentar algo que no sea mainstream”, dice José María “Cote” Romero, director del festival.

Los escasos recursos no impiden que cada año “más gente se acerca a nuestras actividades, lo cual es algo muy bueno y nos motiva a seguir trabajando”, afirma Romero, y destaca el impacto de este festival en la sociedad, el cual “ayuda a que cambie nuestra sociedad”.

Si bien Llamale H comenzó como un festival de cine, hace tiempo que se diversificó, por lo que actualmente las películas están dentro de un festival más amplio con distintas actividades culturales que se realizan en paralelo. Allí hay muestras de fotografía y arte, y desde este año también un concurso de cuentos. La diversidad se podrá encontrar la diversidad en distintos ámbitos de la cultura.

Otro hecho que los organizadores destacan es la llegada, por primera vez, del festival al interior del país, gracias a fondos que otorgó el Ministerio de Educación y cultura. En el interior las actividades serán sin costo y se realizarán únicamente el 9 y 10 de setiembre.

En Montevideo, el festival comenzará hoy en la Sala Eduardo Fabini del Auditorio del Sodre a las 19.30. Allí se conocerán los ganadores del concurso de cuentos cortos y en la pantalla grande se proyectará la película española Chica a Chica de Sonia Sebastián.

Mañana, martes, se inaugura la octava edición de la “Muestra internacional de fotografía” en Punto de Encuentro (San José 1116 casi Paraguay) y al día siguiente se presentarán las obras seleccionadas por el jurado de la segunda edición de “Arte Exprés”, en el Mercado Agrícola de Montevideo, a partir de las 19.00.

El jueves 8 comienzan las funciones de cine, las cuales se realizarán en Sala Dos de Cinemateca y en Life Alfabeta (desde el 8 hasta el 14), y en Life Costa Urbana (del 8 al 11). El martes 13 y miércoles 14, se suma la Sala Zitarrosa al circuito, con tres funciones diarias y gratuitas. Como diversidad también es la edad, las películas de la función de las 16.30 en Sala Zitarrosa se orientan especialmente para la población adulta.

Con el amor como eje temático de este año, el festival de cine proyectará, entre otras, Topcat, de Klaus Händl (Premio Teddy 2016 a Mejor película de género LGTB que se otorga en el marco del Festival de Berlín); la también premiada Tangerine de Sean Baker (jueves 8 y sábado 10 a las 22.00 en Life Alfabeta) y el documental Tío Howardsobre la vida del cineasta Howard Brookner, quien murió de SIDA en 1989 (jueves 8, domingo 11 y jueves 14 a las 20.00 en Life Alfabeta), entre varias más.

En el acto de clausura del festival, que se realizará el jueves 15 en Sala Zitarrosa con entrada gratuita. Allí se proyectará la película Rara de Pepa San Martín, premiada en la última edición del Festival de Berlín.

Publicado en El País

lunes, 5 de septiembre de 2016

Bibliotecario deja herencia millonaria


Un bibliotecario deja una herencia sorpresa de 3,5 millones de euros a la universidad en la que trabajaba

Durante toda su vida, Robert Morin fue ahorrando cada dólar que caía en sus manos. Solo gastaba lo necesario para vivir: la comida, la ropa justa y el alquiler. Su único derroche fue su gran pasión, los libros. Con este estilo de vida, su cuenta no paró de crecer. Tanto, que cuando falleció este año, tenía ahorrado nada más y nada menos que 4 millones de dólares (3,5 millones de euros). Ahora todo ese dineral irá a parar a la universidad en el que trabajó toda su vida.

Morin se graduó en la Universidad de New Hampshire en 1963. Ese mismo año empezó a trabajar en la biblioteca Dimond, perteneciente al mismo centro. En la página web del centro se le recuerda como una persona tranquila, amable y que amaba la lectura por encima de todo.


Tanto le gustaba leer que alardeaba de algo que solo está al alcance de muy pocos, por no decir ninguno: prácticamente leyó todas las novelas publicadas en Estados Unidos durante el periodo que va de 1930 a 1940. Lo hizo en orden cronológico y solo le faltaron algunos títulos. Según sus compañeros de trabajo, cuando falleció, con 77 años, había leído casi 2.000 libros en toda su vida.

El centro escolar de sus amores ha anunciado esta semana que Morin ha dejado en herencia todo su patrimonio al colegio. En sus últimas voluntades se puede leer que 100.000 dólares (89.000 euros) han de ir específicamente a comprar nuevos libros para la biblioteca.

La junta directiva del colegio ha anunciado que el resto del dinero irá integramente destinado a un nuevo y ambicioso programa de becas para que los alumnos más destacados no tengan que pagar ni la matricula ni el comedor.

“Con su filantropía, Bob ha demostrado un vínculo y una lealtad hacia la universidad únicas. Y con sus fondos podremos solucionar muchas prioridades del centro”, asegura Mark Huddleston, director del centro, en un comunicado de prensa.

Además de para libros y para becas, el dinero de Morin también servirá para colocar un nuevo marcador electrónico en el estadio de rugby de la Universidad de New Hampshire. No sabemos si a Robert, un ratón de biblioteca, este dispendio en una actividad deportiva le habría parecido bien.



jueves, 1 de septiembre de 2016

El impacto de "Made in Dominicana"


Desde su estreno "Made in Dominicana" es una producción teatral que ha impactado de diferentes formas a los espectadores que han asistido a ver esta obra escogida acertadamente por La Señora Teatro Doña Germana Quintana.

Una vez más compartimos con ustedes las reacciones a este montaje:

Lissette Montolío nos visita
Es un retrato vivo de la realidad del que emigra y del que se queda, con razones válidas de nunca dejar su lar nativo. Es mejor ser cabecita de ratón que cola de león. No se la pierdan. Las entregas están fantásticas. "Lidia huele a teatro". Josema es auténtico. Reímos y lloramos. Por mi parte, como emigrante dominicana me sentí identificada. Una obra analítica y para el disfrute. 
Lissette Montolío Payán

Niños y adultos se dan cita para ver "Made in Dominicana"
Felicidades , excelente obra de teatro, me gusto mucho !!
Felicia Gómez Lora


La verdad que la pasamos súper!!!! muy refrescante. Nos gustaría recibir las fechas de las próximas obras de teatro. Ahí estaremos
Araminta De la Cruz